Crecimiento Crecimiento

Aunque el paso del tiempo puede dañar el cerebro, hay funciones que se ven potenciadas por los años.

Tal vez, pero las noticias no son tan malas como podría pensarse. Muchos de estos tipos de cambios ejercen efectos que son sutiles, en caso de que sean perceptibles. Aún somos capaces de aprender –y de recordar– casi cualquier cosa a casi cualquier edad, aunque tardemos un poco más. Por otra parte, cualquier pequeña pérdida cognitiva que ocurra es bastante fácil de compensar. Por ejemplo, así como usar anteojos puede compensar un deterioro en la visión, usar las estrategias de memoria puede compensar los deterioros en la memoria (de trabajo) de corto plazo. 

Qué ocurre con la memoria al envejecer

Casi toda la gente de más de 40 años se preocupa por el estado de su memoria. Somos bastante duros con nosotros mismos: si nos olvidamos de una cita o no recordamos uno o dos números de teléfono, entramos en pánico. La verdad es que la mayoría de nosotros nos olvidamos de dónde dejamos las llaves porque llevamos una vida ajetreada, intentamos realizar varias tareas, estamos estresados o no dormimos lo suficiente, y no porque estemos perdiendo la memoria. Algunos incluso podemos atribuir los problemas de memoria y la lentitud de pensamiento a un problema de salud o a un medicamento recetado. Tendemos a esperar mucho de los poderes de nuestra memoria; tal vez, más de lo que son capaces. Después de todo, ¿para qué existirían las agendas si las personas no necesitaran anotar sus citas a fin de recordarlas? De hecho, existe un grupo extraño de adultos con una memoria absoluta de cada día de sus vidas desde la adolescencia en adelante. Si usted menciona una fecha, estas personas pueden decirle qué día de la semana era, cómo estaba el clima, con quiénes se encontraron y qué comieron. ¿Quisiera este tipo de memoria? Es probable que no. De hecho, algunos de quienes poseen este talento lo describieron como una maldición, más que como una bendición. Asimismo, podemos admirar el tipo de memoria esponja que parecen tener los niños, pero sería un error sentir como una disminución el no poder absorber información nueva tan rápido como ellos. A la mayoría no le preocupa que ya no podamos dar volteretas laterales ni pasar por encima de las cercas con un solo salto. Los niños no solo tienen sorprendentes habilidades físicas, sino que sus pequeños cuerpos, todavía maleables y en desarrollo, pueden hacer cosas que la mayoría de los adultos no querría intentar sin un quiropráctico al lado. Nuestros cuerpos cambiaron y casi no lamentamos esa pérdida. Nuestros cerebros también han cambiado, ya que se han vuelto apenas menos ágiles, pero ¿a quién le importa en verdad, mientras aún podamos realizar las tareas que necesitamos hacer? 

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