Diabetes Diabetes

La diabetes, afección cada vez más frecuente, va de la mano de otras complicaciones de salud, que pueden evitarse con un tratamiento adecuado.

Sabemos que la diabetes es una enfermedad en aumento. Por otra parte, en la actualidad la sarcopenia se la considera como la tercera complicación más común entre personas con diabetes. La sarcopenia es la pérdida progresiva y generalizada de masa y función muscular (es decir, fuerza) que ocurre con la edad y está fuertemente asociada con la fragilidad, y que –a su vez– se asocia con un aumento de los resultados adversos que incluyen caídas, deterioro funcional, fragilidad y mortalidad. La presencia de sarcopenia además está vinculada a un mayor riesgo de pie diabético.

La importancia de atender los músculos si tiene diabetes

La presencia de diabetes se ha asociado con un riesgo dos o tres veces mayor de desarrollar discapacidad física en personas mayores. Entre los factores que podrían acelerar la sarcopenia en personas con diabetes están: la inflamación crónica, los cambios nutricionales, la modificación del estilo de vida, el estrés oxidativo y los cambios hormonales. Un reciente estudio chino, muestra que los pacientes diabéticos pueden ser más susceptibles a la sarcopenia a una edad más avanzada. Por ello, los autores indican que un manejo temprano del músculo esquelético en las personas mayores con diabetes tipo 2 puede arrojar algunas promesas en busca de reducir los eventos adversos, promoviendo así la calidad de vida y la supervivencia en estas personas

Medidas preventivas de la sarcopenia

Para evitar la sarcopenia, se recomienda realizar ejercicio, especialmente de fuerza, y aumentar la ingesta de calorías (en particular en personas con bajo peso) y proteínas de buena calidad. Estas las encontramos preferentemente en lácteos (leche, yogur natural, queso, kefir y quesillo), huevos, carnes (vacuno, cerdo, pollo, pavo, etc), pescados, frutos secos (almendras, nueces, pistachos, etc.), legumbres (soja, porotos, lentejas, arvejas, etc.) y pseudocereales como la quinoa. De acuerdo con las recomendaciones internacionales, un aporte proteico de 0,8 g/kg es insuficiente para tratar la sarcopenia por lo que las recomendaciones sugieren aportes entre 1,2 a 1,5 g/kg, incluso llegando para algunos casos a los 2,0 g/kg. Sin embargo, la cantidad debe evaluarla el nutricionista ya que se debe contrastar con la salud renal del paciente, en especial aquel con diabetes.

Planificar la dieta con antelación

Una dieta bien planificada nos debe proveer proteínas necesarias para mantener la síntesis de proteínas. Todas las comidas del día deberían contener alimentos ricos en ellas (al menos 25-30 gramos de proteína por comida y 2,5 a 2,8 gramos de leucina), sin embargo es posible no alcanzar estas recomendaciones por comida, en especial en desayuno/once y colaciones, donde se da preferencia a alimentos ricos en hidratos de carbono. Por ejemplo: medio pan con palta, más una taza de té con endulzante puede aportar aproximadamente 5 gramos de proteínas, bastante lejos de los 25 a 30 gramos recomendados. Una ayuda extra para obtener los alimentos proteicos antes mencionados, en caso de no alcanzar las metas de consumo de proteína total o por comida, bastante común en personas que comen pequeñas porciones de comida, es agregar a la dieta habitual suplementos de proteínas. Estos suplementos o módulos de proteínas pueden ser de suero de leche, caseína o caseinato de calcio, soja u otros tipos, los que –en el caso de personas con diabetes– aportan proteínas de buena calidad. Los de suero de leche, en especial, presentan un muy buen aporte de leucina. Es muy importante, que en personas con diabetes, estos suplementos estén libres de azúcar o equivalente (glucosa, fructosa). Si tienen sabor dulce, deberían contener edulcorantes no calóricos (aspartamo, sucralosa, estevia, etc.) los que no tendrán un efecto negativo sobre la glicemia. Finalmente, en las personas con diabetes, no solo se debe cuantificar la ingesta de energía e hidratos de carbono, sino que también se debe cuantificar y ajustar el aporte de proteínas a las necesidades de cada persona con el fin de prevenir o tratar la sarcopenia, y evitar de esta manera complicaciones que afectarán su salud, la calidad de vida y la independencia de la persona.

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