¿Cree que es inevitable enfermarse? Claro que no. Hay muchas formas de prevenir las enfermedades, como le contamos a continuación.

Ya lo dice el refrán: “Mejor prevenir que curar”. Si sufriera problemas serios de salud, estas palabras pueden resultar proféticas. Cuando se enferma, queda en manos del sistema de atención de salud, que sí salva vidas, pero también hace que el estado de salud de muchas personas empeore, por no mencionar su situación económica.

Los remedios y sus efectos secundarios

Piense en los efectos secundarios causados por tomar diversos medicamentos recetados y los peligros asociados con la internación, sin contar los gastos y problemas que esto ocasiona. Para muchas personas, tomar medicamentos recetados es parte de su rutina diaria, igual que cepillarse los dientes. En los Estados Unidos, el cuarenta y cuatro por ciento de la población toma al menos un medicamento recetado. Una persona de cada seis toma tres medicamentos o más. Desde ya, los medicamentos pueden salvar vidas. Algunos, como la aspirina y las estatinas para disminuir el colesterol, pueden ser parte de su plan de prevención de enfermedades. Pero casi todos los medicamentos, incluso los que parecen benignos, pueden producir efectos secundarios indeseables.

Un ejemplo son los medicamentos para la presión arterial elevada, que afecta a cerca de mil millones de personas en todo el mundo. Solo alrededor de un tercio de los pacientes que reciben medicamentos recetados para esta afección logra disminuir su presión arterial a un nivel seguro. Una razón bien documentada es que muchos pacientes dejan de tomar sus medicamentos. Algunos no pueden pagarlos, pero otros no toleran los efectos secundarios, entre los que se incluyen tos seca, hinchazón en las extremidades, disfunción eréctil, dolores de cabeza, mareos, fatiga, náusea, vómitos y otros. Un estudio descubrió que casi el 70 por ciento de los pacientes a quienes les recetaron pastillas para la presión arterial llamadas bloqueadores de los canales de calcio presentaron efectos secundarios desagradables. ¿Por qué no tomar medidas ahora para prevenir la presión arterial elevada y evitar por completo todos estos problemas?

A veces los medicamentos que tomamos ni siquiera funcionan. Un estudio realizado en 2008 descubrió muy pocas evidencias científicas de que los antidepresivos de uso masivo, como la fluoxetina y la paroxetina ofrecieran algún beneficio a los pacientes con depresión moderada. Otro estudio reciente demostró que un medicamento muy utilizado para disminuir el colesterol, ezetimibe, no mantiene las arterias libres de las placas que causan problemas cardíacos.

No obstante, el ejercicio, una vida personal feliz y una dieta saludable pueden ayudar a prevenir tanto la depresión como el colesterol elevado. Naturalmente, los medicamentos también pueden causar el efecto secundario más grave. Los datos de la Administración de Alimentos y Fármacos de los Estados Unidos demuestran que la cantidad de personas que murieron debido a los efectos adversos de tratamientos farmacológicos se incrementó 2,7 veces entre 1998 y 2005.

 

Los riesgos de internarse en un hospital

¿Y qué pasa si se enferma de gravedad y debe ser hospitalizado? Tal vez haya escuchado el chiste que dice que un hospital no es lugar para un enfermo. Y esto no es broma. Todos hemos oído historias de médicos que se equivocaron y amputaron la extremidad incorrecta, pero las muertes causadas por errores de médicos, enfermeras y otros miembros del personal de salud son mucho más comunes. Según se estima, los errores médicos son la tercera causa de muerte en los Estados Unidos. Casi 800.000 pacientes hospitalarios sufren lesiones o la muerte todos los años debido a reacciones desfavorables a los medicamentos. Entre el 5 y el 10 por ciento de los pacientes hospitalarios se contagia de una o más infecciones durante su internación, y el riesgo de sufrir infecciones hospitalarias se incrementa todos los días. Las infecciones simples de las vías urinarias son las más comunes, pero los centros médicos sufren cada vez más infecciones de “superbacterias” como el SARM (Staphylococcus aureus resistente a la meticilina), la infección por estafilococos inmune a los antibióticos estándar. Puede causar neumonía y otras infecciones que ponen en peligro la vida. Esta información debería ser suficiente para que cualquier persona abandonara los pastelitos y eligiera un tazón de cereal de salvado, trotara 10 minutos más y tomara otros pasos para evitar el sistema de atención sanitaria de la actualidad, y, por supuesto, para evitar un evento verdaderamente traumático como un ataque cardíaco o un accidente cerebrovascular.

 ¿Quiere estar sano de verdad?

La buena salud es un objetivo al que puede aspirar o no. Debe decidir por usted mismo si su salud es una prioridad o no. Aunque nunca lo haya pensado de esta forma, si no hace ningún esfuerzo por alimentarse bien, hacer ejercicio o controlar el estrés, ha decidido que no es una prioridad. Pero nunca es demasiado tarde para cambiar de opinión. En respuesta a la pregunta sobre otras causas significativas de enfermedades crónicas, un médico escribió “Hábitos imprudentes, aun cuando el paciente sabe que está haciendo mal”. No existe una verdad más grande. La mayoría de nosotros tenemos una idea bastante acertada de lo que se necesita para tener buena salud, pero no siempre nos molestamos en hacerlo.

¿Cuál es la solución? Nos encantó esta sugerencia de un médico: “Use su fortaleza interior para cambiar sus hábitos”. La fuente de esa fortaleza será distinta para cada persona. Tal vez sus hijos o sus nietos sean su razón para vivir una vida más larga y saludable. Piense en ellos cada vez que sienta la tentación de encender un cigarrillo o pedir una bandeja de costillitas de cerdo. Tal vez pueda utilizar la actitud de confianza en sí mismo que le trajo éxito en su carrera para transformar su estilo de vida. O pensar en un amigo o familiar que haya enfrentado las dificultades de una enfermedad o problema de salud prolongado. Tal vez conozca por experiencia propia los efectos de una enfermedad sobre su salud mental, sus deseos de vivir y su situación económica. Eso puede ser motivación suficiente para hacer algunos cambios en su vida. Piense en los problemas de salud que sufrieron sus padres (o de los que murieron) y prométase que a usted no le sucederá lo mismo. Su salud realmente está en sus manos. 

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