Mujer tapándose la cara Mujer tapándose la cara

Los avances en el estudio del sueño revelan el papel fundamental que cumple el descanso en el intestino.

Nuestros hallazgos sugieren que, si podemos prevenir la oxidación en el intestino, podríamos contrarrestar el efecto de la falta de sueño. Esto es importante porque muchas patologías están relacionadas con la disfunción intestinal, y muchas de las enfermedades que aparecen cuando no se duerme lo suficiente pueden ser, en realidad, consecuencia de daños intestinales. Ahora estamos empezando a pensar en cómo diagnosticar la oxidación intestinal debida a la falta de sueño en humanos. Queremos diseñar “tragables”, es decir, píldoras o pastillas que se puedan tragar y que informen del estado oxidativo del intestino, por ejemplo, cambiando el color de las heces. También buscamos biomarcadores: moléculas que ya circulan por el organismo y que indican falta de sueño y oxidación intestinal. Ya tenemos algunas moléculas que son marcadores prometedores de la oxidación y parecen disminuir con los tratamientos antioxidantes. Con el tiempo, quizá sea posible diseñar suplementos que puedan tomarse por vía oral para revertir la oxidación intestinal debida a la falta de sueño. 

¿Cómo el cerebro se desconecta del entorno durante el sueño?

Hasta ahora no sabíamos casi nada de esto. No estaba claro si hay un único lugar en el cerebro donde toda la información sensorial se atenúa durante el sueño o si hay varios. Por ejemplo, ¿el tacto y la temperatura se procesan del mismo modo durante el sueño? Iris Titos, investigadora postdoctoral de mi laboratorio, construyó un sistema que puede administrar niveles leves, medios o altos de vibración a moscas de la fruta. Normalmente, cuando se utilizan vibraciones de baja intensidad, muy pocas moscas se despiertan, y, cuando se utilizan vibraciones de alta intensidad, casi todas las moscas reaccionan.

A continuación, realizamos un cribado a gran escala para identificar los genes que controlan la facilidad con la que las moscas se despiertan, es decir, los genes que hacen que las moscas se despierten con mucha facilidad y los genes que permiten a las moscas dormir durante un terremoto. ¿Qué mostró el análisis genético? Los resultados fueron muy interesantes. Identificamos un gen que codifica una molécula llamada CCHa1. Cuando eliminamos CCHa1 de las moscas, se despertaron con mucha facilidad: en lugar de despertarse el 20 % con un determinado nivel de vibración, se despertó el 90 %. Sin embargo, aunque el CCHa1 está presente tanto en el sistema nervioso como en el intestino, las moscas se despertaban más fácilmente solo cuando lo eliminábamos en el intestino.

Las células del intestino que producen CCHa1, de hecho, comparten muchas características con las neuronas e incluso pueden conectarse y comunicarse con ellas. Estas células están orientadas hacia el interior del intestino y en cierto modo “saborean” su contenido. Descubrimos que, cuanto mayor era la concentración de proteínas en la dieta, más CCHa1 producían estas células intestinales. Esta molécula viaja del intestino al cerebro, donde envía señales a un pequeño grupo de neuronas dopaminérgicas que también reciben información sobre las vibraciones. Estas neuronas producen dopamina, que normalmente promueve la excitación, pero que, en este caso, la suprime.

Las vibraciones debilitan la actividad de las neuronas dopaminérgicas, lo que hace que las moscas se despierten más fácilmente. El CCHa1 producido por el intestino amortigua las neuronas dopaminérgicas contra las vibraciones, lo que permite a las moscas ignorar el entorno en mayor medida y dormir más profundamente. Por último, demostramos que una dieta másrica en proteínas también mejoraba la calidad del sueño de las moscas, haciéndolas más resistentes a las perturbaciones mecánicas. Investigamos ahora en los ratones. ¿Qué nos dicen estos resultados? Bueno, sabemos por otras investigaciones que cuando los animales están hambrientos, suprimen el sueño para buscar comida.

En cambio, cuando están saciados, y especialmente cuando están saciados con proteínas, tienden a dormir más. Ahora, hemos demostrado que cuando hay más proteínas en la dieta, los animales también duermen más profundamente y se vuelven menos sensibles. Esto sugiere que si, los animales no necesitan buscar comida, pueden desconectar del entorno y esconderse en algún lugar para dormir, lo que podría ser más seguro. En términos más generales, nuestro estudio implica que las elecciones dietéticas influyen en la calidad del sueño. Ahora podemos explorar esta conexión en humanos para entender cómo podría manipularse la dieta para mejorar el sueño.

¿Hay algo sobre el sueño que la gente suele entender mal?

Creo que la gente debería ser consciente de que lo que sentimos y lo que ocurre en nuestro cuerpo no tienen por qué ser lo mismo. En nuestra investigación, descubrimos que es posible separar la sensación de somnolencia de la necesidad de dormir: algunos animales privados de sueño no se sentían necesariamente somnolientos, lo que pudimos comprobar porque no durmieron más para recuperar el sueño una vez finalizada la privación, pero aun así murieron por falta de sueño.

Esto significa que, incluso, si podemos engañarnos a nosotros mismos para no sentirnos somnolientos, la falta de sueño sigue teniendo efectos negativos en nuestros cuerpos; por ejemplo, si tomas una sustancia que te hace sentir despierto, la misma cantidad de oxidación va a ocurrir en tu intestino. La gente puede decir que está bien con solo unas pocas horas de sueño por noche, pero solo quieren decir que pueden aguantar el día. Sus cuerpos seguirán registrando la falta de sueño. Realmente, no podemos saber lo que ocurre en nuestro cuerpo como consecuencia de la falta de sueño, y probablemente necesitamos dormir más de lo que creemos.

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