Niña castigada Niña castigada

Es importante marcar límites a los pequeños, pero siempre debemos hacerlo con amor y paciencia.

Cómo corregir sin violencia

A los 5 años, siempre vamos a estimular los buenos hábitos ycomportamientos para conseguir que los niños y las niñas los pongan en práctica. Cuando eso no alcanza, tendremos que aplicar sanciones al comportamiento inadecuado. Para que una sanción sea saludable y efectiva, debe cumplir algunas condiciones:

- Debe ser siempre una sanción no violenta (sin gritar, usar la fuerza física ni humillar).

- El niño debe conocer de antemano que la transgresión de la regla trae esa consecuencia.

- Debe aplicarse inmediatamente después de ocurrida la transgresión de la norma.

- Debe aplicarse cada vez que se transgreda la norma, todas las veces que sea necesario.

- Debe aplicarse como una consecuencia lógica y acordada, con firmeza y sin desbordes emocionales.

- Debe ser proporcional a la gravedad de la acción del niño.

 

Qué clase de sanciones podemos aplicar a los hijos

1. Indiferencia: no hacer caso a sus caprichos

No prestar atención a los comportamientos molestos destinados a llamar la atención es un método muy sencillo y eficaz. Lo podemos aplicar para corregir esos comportamientos molestos y perturbadores que no son muy graves en sí mismos pero generan bastante estrés en la familia. Por ejemplo, la costumbre de interrumpir constantemente la conversación de los adultos, o la de hacer ruido cada vez que queremos escuchar el noticiero.

2. Pérdida de privilegios

Si el niño ha aprendido que las recompensas se ganan con buenas actitudes, le resultará natural no recibirlas cuando no cumple con lo acordado. No es el adulto quien lo priva de cosas haciendo gala de su poder, sino que esa pérdida es el resultado de no haber cumplido su parte del pacto. Pensando en las consecuencias de su comportamiento se fortalece su sentido de responsabilidad y la motivación para controlar sus impulsos.

3. Penitencia o tiempo fuera

Las penitencias, cuando se usan bien, son efectivas y favorables para el proceso de aprendizaje social de los niños. No debe abusarse de ellas, sino reservarse para cuando aparece una transgresión repetida y voluntaria a una norma claramente establecida por los adultos.

El método del tiempo fuera o penitencia consiste en trasladar al niño de un lugar donde quiere estar a otro donde no quiere estar porque es aburrido, pero no atemorizante. Ese lugar puede ser una silla en el pasillo, o el escalón de la escalera desde el cual no se ve la tele ni hay juguetes cerca. El tiempo que se quedará en ese lugar debe ser breve y limitado, y cumplido en calma. El mismo procedimiento se aplicará cada vez que se transgreda la norma. Si queremos que esa penitencia modifique los comportamientos indeseados del niño, es imprescindible:

- Que los estímulos por lo que hacen bien sean mayores que las consecuencias negativas por lo que hacen mal. Si el niño recibe demasiadas penitencias, pronto estas se volverán inútiles.

- Que las sanciones impuestas no pongan en cuestión el vínculo cálido, confiable y seguro entre adultos y niños, el cual no debe alterarse por inconvenientes cotidianos.

 

¿Por qué hay que evitar el castigo violento?

Ejercer violencia hacia niños y niñas, sea esta física o psicológica, como forma de disciplinarlos o con cualquier otro fin, representa una grave violación a sus derechos.

La única aparente «ventaja» de utilizar métodos violentos para que el niño nos haga caso como pegarle, tirarle del pelo o las orejas, gritarle, insultarlo, asustarlo o amenazarlo es que se consigue obediencia inmediata…, pero de corto efecto y siempre con consecuencias emocionales muy negativas para él o ella. Ser agredido por alguien a quien se ama produce fuertes y complejas emociones, tales como miedo, tristeza, resentimiento, rabia, impotencia y desamparo. Siempre afecta la autoestima y la confianza en uno mismo y en los demás.

Cuando el niño se cría en un vínculo de dominación y autoritarismo no le resulta fácil salir de él. Lo más probable es que cuando sea mayor se transforme en un ser autoritario o, por el contrario, que sea una persona sometida durante toda la vida. Aprenderá que los problemas deben enfrentarse con violencia y aplicará esta enseñanza en todos los ámbitos de su vida. La violencia física o psicológica no enseña a portarse bien, sino a evitar el castigo. Por ese camino, los niños solo aprenden qué tienen que hacer para no enojar al castigador. Esto los aleja de la reflexión sobre lo que está bien y lo que está mal y no incorporan criterios ni principios que los orienten en la vida.

Si a los niños entre los 5 y los 6 años les ponemos límites de manera saludable, los ayudamos a fortalecer el control de sus impulsos, a aprender a actuar de acuerdo con su voluntad y pensamiento, y no por imposición ajena o por miedo.

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