¿Sabía que solo el 50 por ciento de las enfermedades cardíacas
se relacionan con el colesterol? Tal vez, no sea el culpable de todos nuestros
males…
Hay datos evidentes: sólo la mitad de las enfermedades cardiovasculares
está relacionada con el colesterol alto. En otras palabras, la mitad de
las personas que sufren ataques cardíacos, accidentes
cerebrovasculares u otro tipo de cardiopatías tiene niveles de
colesterol normales o “saludables”. De modo tal que, aunque la ampliamente
recomendada dieta baja en grasas ayudara a bajar los niveles de
colesterol, protegería solamente a la mitad de la población con riesgo de desarrollar
problemas cardíacos. Pero pasaron muchos años hasta que esa información
llegó al público. De hecho, la mayoría de la gente todavía no comprende que los niveles
saludables de colesterol no garantizan que no sufrirán problemas cardíacos
en el futuro. Esto explica por qué reducir el consumo de grasas no
parece tener un gran impacto en la cantidad de aquellos que sufren
cardiopatías.
Consumir menos grasas no es la solución
En lugar de cuestionar la teoría de la alimentación baja
en grasas en sí misma, algunos investigadores se preguntaron si no habían
llegado demasiado lejos en cuanto a la reducción de la ingesta de esta
sustancia. En una investigación a corto plazo en individuos con cardiopatías
graves, las dietas de bajo contenido lipídico parecieron tener muy
pocos efectos positivos. En un estudio realizado en 20 personas, una dieta con
10 por ciento de grasas (por lo general, oscila entre un 30 y 40 por ciento)
junto con técnicas de alivio del estrés, ejercicio y otros cambios en el estilo
de vida parecieron revertir las obstrucciones arteriales.
Esos hallazgos parecían impresionantes, pero la realidad era
que seguir este tipo de régimen era casi imposible para la mayoría de la
gente, excepto quienes estaban realmente enfermos. ¿Quién estaba
dispuesto a eliminar casi por completo el consumo de carne roja, de ave y
pescado? ¿O dejar de consumir aceite por completo, y limitarse a comer quesos descremados?
Además de ser algo poco realista para la mayoría de los hogares, el hecho de limitar
las grasas a tal punto podría ser peligroso.
Hemos creído durante tanto tiempo que las grasas eran
malas que nos olvidamos de que nuestro cuerpo las necesita para funcionar.
De hecho, la grasa protege los nervios y es una fuente de almacenamiento
de energía. Otra desventaja de este enfoque es que puede provocar un aumento
de la presión arterial y los niveles de triglicéridos, también potencialmente
peligrosos. Y los niveles de colesterol bueno (HDL) entrarían en lo que
se considera una zona peligrosa y de alto riesgo.