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Se terminan las vacaciones y vuelve el interrogante de siempre: ¿cómo hacemos para que nuestros hijos coman bien?

Tras meses de descanso y diversión para los más pequeños, finalmente se acaba el verano y nos enfrentamos al gran desafío de ayudarlos a volver a sus rutinas habituales de forma saludable y equilibrada. Una tarea nada fácil, ya que son muchas las actividades que se modifican o “sufren desajustes” durante las vacaciones, siendo una de ellas los hábitos de alimentación. En la temporada estival no se cumplen de manera estricta los horarios, que sí se dan durante el año, y eso deriva en ciertas conductas que deben corregirse frente al regreso a clases. El desayuno, por ejemplo, a veces, simplemente, se omite o se da muy cercano al almuerzo, dado que los menores se duermen muy tarde. Asimismo, es común hacer las comidas frente al computador, el celular o el televisor o saltarse algunas de ellas, y caer en el conocido “picoteo”. Nada de esto puede ser parte del día a día de un escolar, pues se ha evidenciado que una alimentación saludable, que aporte los nutrientes esenciales y cubra los requerimientos energéticos, se vincula positivamente a mayores niveles de bienestar y capacidad cognitiva, así como a un mejor rendimiento académico y en los procesos de aprendizaje. 

Cómo es una alimentación saludable

Si hablamos de una alimentación de este tipo, nos referimos a aquella que se destaca por ser equilibrada y variada, además de otorgar lo que es nutricionalmente necesario, tanto en cantidad como en calidad. En este sentido, es recomendable el consumo de frutas, verduras, lácteos, legumbres y pescado, dejando a un lado los alimentos procesados. Solo por poner un caso, podemos detallar el desayuno. Este debe estar considerado dentro de las dos primeras horas del despertar y antes de comenzar las actividades diarias. Lo aconsejable es que abarque entre un 20 % y un 35 % de los requerimientos diarios de una persona, satisfaciendo así las necesidades energéticas y nutricionales para el funcionamiento del organismo. Si pensamos en nuestros niños que van a clases, el desayuno debiese incorporar frutas, cereales integrales (avena o pan integral) y lácteos como lo son el queso (no duro), la leche y el yogurt con proteína, todo lo cual favorece la ingesta de nutrientes importantes (antioxidantes, fibra, calcio, hierro, ácido fólico, vitamina C y zinc, entre otros). Con todos estos antecedentes, la pregunta es: ¿por dónde debemos partir para mejorar la alimentación en esta vuelta a clases? Lo primero es retomar las cuatro a cinco comidas diarias: desayuno, colación de media mañana, almuerzo, colación de media tarde u once y la cena. Junto con ello, volver a compartir los alimentos en familia, sin distractores como los aparatos digitales, y evitar la compra de golosinas y los tentadores snacks salados. Adicionalmente, y fundamental, resulta el regularlas horas de sueño adecuadas para ellos, lo cual se asocia directamente a las horas de ingesta. Un tema crucial en este escenario son las colaciones. Si existen largos tiempos de ayuno (más de cuatro horas) sin ingerir alimentos o hay una demanda energética mayor, un buen snack tiene que incluir fruta, yogurt o cajita de leche. Y desde la otra vereda, es mejor prescindir de alimentos procesados: galletas, chocolates, snack salados (papas fritas, ramitas), pasteles, comida chatarra y bebidas azucaradas.

¿Cómo lograr una buena alimentación sin generar resistencia?

Una buena idea es involucrarlos en la preparación de sus comidas, para que se vayan familiarizando con nuevos alimentos, sabores y texturas, ampliando así su matriz alimentaria. Además, cuando los hábitos alimentarios se aprenden en el núcleo familiar, los menores van imitando las conductas observadas y las incorporan a largo plazo. En definitiva, dentro de la larga lista de tareas de marzo, no olvidemos la de establecer o volver a una alimentación adecuada, promoviéndola siempre desde una perspectiva positiva, no restrictiva; una que vele por la variedad y la calidad nutricional, a fin de potenciar el crecimiento y la felicidad de los niños de la casa. 

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