La educación emocional es una parte importante en el proceso
de conocer nuestras emociones y regularlas.
No deja de resultar llamativo que constantemente nos estamos
cuestionando cuál es el verdadero sentido o importancia que tienen las
emociones en nuestras vidas. Habiendo personas que las ignoran, ocultan,
niegan, controlan o reprimen; también hay aquellas personas que las tratan como
el centro del universo, perpetuándolas en el tiempo y guiando toda su
existencia por medio de ellas. Ambas posturas nos perjudican. Entonces, ¿cómo
hacer para que exista un verdadero equilibrio? Hablar de balanza emocional
es reconocer la existencia de un balance entre la belleza y la fragilidad de la
vida. La vida tiene matices, trae dificultades y no podemos fingir. La
solución no es reprimir lo que sentimos, porque cuando intentamos apartar las emociones acaban por volver y manifestarse más fortalecidas, acabamos así por
actuar de maneras en las que no queríamos. No podemos pretender o elegir tener
solo buenas experiencias, más bien se trata de encaminarnos a reconocer que
estar en equilibrio emocional es un “baile íntimo”, integrado por nuestras
experiencias, emociones, sentimientos pensamientos, y que gracias a que tenemos
la oportunidad de transitar por distintas emociones podemos aprender. Las
emociones intentan siempre decirnos algo, entregarnos una información que es
útil.
Las emociones, señales
Una emoción lleva implícita una señal de las cosas que
más nos importan, es decir, “un valor” que -en ocasiones- se manifiesta en
una emoción totalmente contraria. Por ejemplo, si estoy frustrado en el
trabajo, es porque me importa mucho el crecimiento profesional, entonces es un
signo de ese valor. Al identificarlo, puedo gestionar, crecer, buscar,
desarrollar proyectos, etc. Lo mismo sucede en los niños. Si un niño llega
a la casa triste porque un compañero no quiso jugar con él, podemos ayudar a
externalizar esa emoción, identificarla y luego buscar su propio valor. Es
decir, qué hay detrás de esa emoción de tristeza: ¿tal vez el gran significado
que le da a la amistad? Y desde ese punto de partida, hacer un giro hacia el
desarrollo de sus propios valores: cómo debería ser un amigo, si él se
considera un buen amigo, que dé ejemplos donde se comportó como un verdadero
amigo, etc. En ese momento, se le quita todo la carga de la emoción que le
provoca sufrimiento, pero lejos de ignorarla, se utiliza para crear un
puente hacia una emoción más positiva y constructiva. La balanza emocional
nos indica que debemos desarrollar las habilidades para ser ágiles emocionalmente. Es esa flexibilidad y adaptabilidad la que nos permite
transitar por ellas, reconocerlas, y de ninguna manera ocultarlas, reprimirlas
o perpetuarlas. En esta búsqueda de identificar el verdadero rol y sentido a
nuestras emociones, cabe reconocer que las emociones son “datos”, y como tal,
no marcan lo que vamos ser o hacer para toda la vida. Las emociones son
transitorias, pasajeras, y la parte beneficiosa y saludable es que nos pueden
ayudar a formular elecciones eficaces y conscientes. También forjan el
carácter, ayudan a desarrollar la determinación y hacernos resilientes.