Una toma de conciencia y un cambio de hábitos puede ayudar a
mantener esta afección respiratoria bajo control y a prevenir los ataques.
1. Controle su peso
¿Ha subido algunos kilos? ¿Nota que cada vez es más difícil
controlar su asma? No es coincidencia. Las personas con obesidad tienen un
66% más probabilidades de sufrir los síntomas persistentes del asma que las que
mantienen su peso en rangos normales. ¿Por qué? Tal vez se relacione con los químicos
inflamatorios que liberan las células adiposas. Los investigadores
han comenzado a estudiar los efectos de bajar de peso en los síntomas del
padecimiento. En un estudio a pequeña escala realizado en Italia, doce mujeres
obesas con asma que se sometieron a cirugía para reducir el estómago y
adelgazaron sustancialmente, también observaron una mejoría de un 31% en cuanto
a la falta de aire, y de un 18% en el uso de medicación de rescate
(alivio rápido), en comparación con las mujeres que no se sometieron a la
cirugía y, por ende, continuaron en su mismo peso.
2. Elabore un plan de control
El 55% de las personas con asma de moderada a aguda no
está al tanto de su padecimiento. Y estamos hablando de personas protegidas por
medicina prepaga u obra social y que van al doctor con frecuencia. ¿El
resultado? Visitas frecuentes a la sala de emergencias, largos días en el
hospital y jornadas de trabajo perdidas. Uno de los motivos principales de esa falta
de control del asma es no contar con un plan personalizado para la
enfermedad. Estos planes proporcionan información sobre cómo y cuándo
utilizar medicamentos de rutina y de emergencia, además de un medidor
de flujo pico para monitorear la función pulmonar. Asimismo, ayudan a saber
cuándo llegó el momento de buscar atención médica de urgencia o de llamar al
doctor. Ciertos estudios descubrieron que el uso de estos planes reduce de
manera sustancial los ataques de asma y las muertes que derivaron de la
misma afección. Las siguientes preguntas pueden ayudar a usted y a su médico a
preparar un plan adecuado.
• ¿En qué momento debo llamarlo?
• ¿Cuándo es preciso buscar atención médica de urgencia?
• ¿Cuándo es insuficiente el uso de medicamentos de alivio
rápido?
• ¿Debo incrementar el uso de esteroides inhalables?
¿Cuándo?
• ¿Debo comenzar a tomar esteroides por vía oral? ¿Cuándo?
Una vez que el plan esté listo, es necesario revisarlo y
actualizarlo cuando el médico lo crea pertinente, así como compartirlo con los
demás miembros de la familia y con otras personas que necesiten saber qué hacer
en caso de que se presente una emergencia.
3. Aprenda a utilizar el inhalador
Alrededor de un tercio de las personas con asma no sabe utilizar
correctamente un inhalador. Su desconocimiento puede aumentar el riesgo de ataques
de asma, de hospitalización e incluso de muerte.
4. Utilice un medidor de flujo pico
Si le cuesta trabajo reconocer los primeros síntomas de
agravamiento del asma, este dispositivo pequeño y económico podría ser de
ayuda. Los medidores de flujo pico miden la función pulmonar, y
proporcionan una advertencia temprana sobre un ataque inminente. Si lo utiliza
a diario y modifica su medicación de acuerdo con los resultados, podría
evitar los ataques por completo.
5. Utilice cubiertas hipoalergénicas para colchones y almohadas
En un estudio se descubrió que estas cubiertas no sólo reducen
la cantidad de ácaros del polvo en la cama, sino también permiten que los niños asmáticos reduzcan su dosis de esteroides inhalables al menos en un
50 por ciento.
6. Consulte a un alergólogo
Es probable que disminuyan sus problemas para controlar
el asma y que los síntomas sean menos graves si consulta a un
alergólogo en lugar del médico clínico. También es menos probable que necesite
internarse, recurrir a la sala de emergencias o utilizar demasiada medicación
de rescate, una señal de que el asma no está controlado.
7. Manténgase alejado del tránsito
Los gases que salen por los caños de escape de los
vehículos que utilizan diésel, como los ómnibus, ocasionan graves problemas
a los asmáticos. El simple hecho de caminar por calles muy transitadas reduce
la capacidad pulmonar de forma considerable e incrementa la inflamación en
personas con asma, tal vez debido a que las partículas minúsculas de polvo y
hollín de los gases que se inhalan, llegan hasta los pulmones y se absorben en
la sangre.
8. Coma salmón dos veces por semana
En un estudio sobre los hábitos alimentarios de 13.000
adultos, se descubrió que quienes consumían pescado una vez a la semana
disminuyeron en un 30% las probabilidades de tener asma, en comparación con
quienes lo comían una vez al mes o menos; igualmente, se halló que reducían en
un 36% la probabilidad de experimentar sus síntomas, como la respiración
sibilante. Una explicación podría radicar en el efecto antiinflamatorio de
los pescados grasos, como el salmón o la caballa, ya que cuando se tiene asma
las células del organismo reaccionan de manera excesiva a ciertos estímulos y
liberan químicos inflamatorios que cierran las vías respiratorias.