El paso del tiempo nos va volviendo más resistentes a los
virus de la gripe y el resfrío, gracias a los anticuerpos que generamos.
A medida que pasan los años, la buena noticia es que tiene
menos posibilidades de sucumbir a los gérmenes del resfriado porque su sistema
inmune ya se enfrentó con la mayoría. A la vez, tiene varias maneras de
evitar otros virus respiratorios para los que no desarrolló defensas
naturales.
De todas las estrategias que existen para evitar el
contagio de resfriados, lavarse las manos es la más simple y efectiva.
Hágalo con regularidad, al menos cinco veces al día, después de haber ido al
baño y antes de cocinar, y luego de haber estrechado las manos. Lávese con
agua y jabón durante veinte segundos, aproximadamente el tiempo que lleva
cantar “Cumpleaños feliz” dos veces. Séquese las manos con una toalla de papel y,
cuando salga, lleve consigo gel desinfectante.
Otra precaución sencilla para tener en cuenta es la de pasar
algún limpiador antibacterial con regularidad a los picaportes, las
llaves de luz, los teléfonos, los grifos de los baños y los controles remotos,
sobre todo si algún familiar está resfriado. La superficie de estos objetos alberga
los gérmenes durante horas: un estudio realizado en los EE. UU., observó que
los voluntarios contraían el virus incluso dos días después de que las
superficies fueran contaminadas.
Evite los espacios multitudinarios y elija el momento
adecuado para ir de compras.
No viaje durante las vacaciones escolares para no
estar en contacto con niños. Por más adorables que sean, ellos son los
“operadores cambiarios” por excelencia de los gérmenes, y los patios de juegos,
“las salas de negociación” de virus y bacterias.