Intolerancia a la lactosa Intolerancia a la lactosa

Esta afección, que es mucho más frecuente de lo que se cree, puede tratarse con el consumo de alimentos específicos.

El 70 % de la población adulta mundial presenta intolerancia a la lactosa. Actualmente existe una gran controversia sobre el consumo de lácteos en adultos, a raíz de algunos estudios recientes que relacionaron el consumo de estos con cáncer de próstata, cáncer de ovario y enfermedades cardíacas. Sin embargo, la evidencia científica es más contundente sobre los beneficios para la salud que sobre los perjuicios para esta, siempre y cuando los lácteos sean descremados (leche descremada o yogur diet o light o quesillo) y en cantidades moderadas, puesto que la evidencia es lapidaria respecto a que lácteos enteros (con grasa) se asocian a una mayor probabilidad de enfermedades cardíacas y patologías relacionadas, debido a que el 70% de sus ácidos grasos son saturados. Algunos de los múltiples beneficios se asocian a que las proteínas contenidas en ellos son de un alto valor biológico, lo que quiere decir que poseen todos los aminoácidos esenciales para el organismo. Esto la vuelve una proteína más completa que una proteína de origen vegetal (soya, legumbres, etc.). A su vez, las proteínas ayudan a mantener o perder peso debido a que aceleran el metabolismo por medio de termogénesis o liberación de calor (calorías) en su proceso de digestión, siendo más considerable este proceso que en cualquier otro macronutriente (grasas y carbohidratos). Por otra parte, las proteínas son claves para la formación y el mantenimiento de la masa muscular, la cual con el transcurso de los años vamos perdiendo por desgaste, cambios hormonales y factores genéticos, lo que provoca debilidad muscular, lesiones, fracturas, etc. Por esto es sumamente importante aportar un mínimo diario de proteínas específico para cada persona según su edad, actividad, estatura, patologías, y otros factores. Visto así, no es recomendable perder peso, a costa de la pérdida de masa muscular, por lo que dietas muy restrictivas, que tienden a no cubrir este requerimiento, ocasionan degeneración muscular. Menos dañino y más efectivo para mantener un peso adecuado, sin el temido efecto rebote, es realizar un plan de alimentación que incorpore ciertas técnicas para acelerar el metabolismo, los lácteos son claves en una de ellas, debido a que sirven como colaciones prácticas para fraccionar la alimentación y liberar calor en ese horario en particular. Dentro de los nutrientes que más destacan, el calcio tiene un rol relevante a la hora de mantener una dieta equilibrada, puesto que ayuda a la formación de huesos y dientes, por lo cual su déficit puede provocar osteoporosis y osteomalacia. Además de esta función tan conocida, el calcio tiene un papel fundamental en la regulación de la contracción muscular, por lo que ayuda a prevenir calambres, participa también en la regulación de los latidos cardíacos y en la transmisión nerviosa. Su requerimiento en etapas adultas fluctúa entre 1.000 a 1.500 mg/día, dependiendo de la etapa en que nos encontremos. Una porción de un lácteo descremado tiene alrededor de 200 mg de calcio. Es cierto que muchas frutas y vegetales contienen calcio muy biodisponible, pero en pequeñas cantidades: algas, espinacas, brócoli, cebollas, puerros, frutos secos, semillas (sésamo), legumbres y cereales integrales, por lo que, si se fuera riguroso, se podrían cubrir los requerimientos. Sin embargo, la vida moderna nos hace difícil esta tarea. Además, estas fuentes contienen fitatos y oxalatos, los cuales inhiben un porcentaje de la absorción del calcio. Otra recomendación para asimilar de mejor forma el calcio en lácteos, es no adicionar junto a ellos té o café, ya que disminuyen la absorción y aumentan su excreción, respectivamente. El calcio, al igual que otros micronutrientes, baja su absorción a medida que aumenta la edad. Los lácteos contienen vitamina D, que ayuda a la absorción del calcio, vitamina que también se obtiene de manera activa por la exposición a la luz solar; es por ello que se recomienda estar expuesto a ésta por 15 minutos diariamente con este objetivo. También poseen cantidades significativas de vitaminas A, B2 y B1, magnesio y potasio. 

A quiénes afecta la intolerancia a la lactosa

A pesar de todos estos beneficios, un amplio porcentaje de la población no asimila el azúcar de los lácteos, denominada lactosa, no posee en cantidades suficientes la enzima lactasa, encargada de digerirla, lo que ocasiona molestias gástricas como pesadez estomacal, flatulencia, nausea y en algunos casos cuadros diarreicos agudos, debido a que la lactosa pasa sin ser digerida al intestino grueso, específicamente al colon, ocasionando que allí la flora intestinal degrade esta lactosa, fermentándola, lo cual genera gases y el cuadro antes descrito. La gran mayoría no lo sabe, debido a que los síntomas son muy semejantes a los de otras afecciones gastrointestinales (colon irritable). Una de las formas más fáciles de determinar si los problemas gástricos son por esta causa es retirar por un tiempo todos los alimentos que la contienen. Existen exámenes más específicos para confirmarla. 

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