Vacaciones en pandemia Vacaciones en pandemia

Si bien pareciera que la pandemia va quedando atrás, todavía cuesta relajarse y disfrutar como antes.  

No podemos negar que el año 2020 puso a prueba todas las capacidades de la especie humana en general, y las de cada uno de nosotros en particular, en todos los ámbitos de nuestra vida: el laboral/profesional, el familiar, el emocional y el espiritual. Y de una manera inédita en la vida de muchos de nosotros, inclusive. Fue, con mucho, un año que nos estableció una variedad de desafíos a todo nivel, y que quisiéramos despachar prontamente de nuestro actual transitar por la vida, sobre todo ahora que se aproximan las vacaciones estivales y donde muchos pudiéramos estar planeando cómo vamos a desconectarnos de todo lo vivido, para darle a nuestro cuerpo y a nuestra alma un merecido descanso, sea cuales fueren los mecanismos que encontremos para ello.   

 

La pandemia, una prueba para la paciencia

 

Así que, lo primero que necesitamos cultivar en este escenario es la paciencia. Todo parece indicar que hemos pasado lo peor, pero que necesitamos ser cautos para no empeorar las circunstancias que tanto esfuerzo hemos puesto en mantener a raya. Esa paciencia la podemos cultivar con aceptación, de acuerdo con la conocida “Oración de la Serenidad”, atribuida al teólogo, filósofo y escritor estadounidense de origen alemán conocido como Reinhold Niebuhr, y que forma parte de las enseñanzas que ponen en práctica los Alcohólicos Anónimos1: “Señor, concédeme la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, el valor para cambiar las cosas que puedo, y la sabiduría para reconocer la diferencia”. Sostengo que la aceptación es una de las prácticas más liberadoras que podemos poner en marcha en nuestra vida, y nos ayuda a dar un equilibrio entre nuestros deseos (eso que viene desde nuestras entrañas, desde nuestro interior) y las circunstancias (aquello que viene desde afuera, y que nos obliga a poner en práctica nuestras capacidades de adaptación). Otra práctica que pudiera sernos muy útil es la sensación de finitud de la pandemia que estamos viviendo. El año pasado no teníamos garantías de nada en relación al fin de todas estas circunstancias, sin embargo, ahora sabemos que por mucho que se prolongue esta experiencia que nos tocó transitar en conjunto, a toda la especie humana, ella tiene vencimiento. En la medida en la cual se apliquen las vacunas y se controle el virus, podremos paulatinamente volver a la normalidad en nuestras vidas.   

La nueva normalidad  

 

Una nueva normalidad que está marcada por los profundos cambios que generó todo este aprendizaje que hemos adquirido durante todo el año pasado. Tal y como reza una conocida frase, “en la vida todo llega, todo pasa, todo cambia”, podemos comenzar a llenarnos de la certeza de que esto también pasará, y con ello, nos quedará un profundo aprendizaje en lo individual y en lo colectivo.  Por otra parte, tenemos la idea también difundida en el programa de Alcohólicos Anónimos, “un día a la vez”. En estos momentos turbulentos, inciertos, de profundos cambios, lo mejor es ir viviendo un día a la vez, de forma tal que esas circunstancias que mencioné al comienzo no nos tomen por sorpresa y no nos permitan transitar de buen grado nuestra cotidianidad. Así que esta idea de vivir en el presente, tan difundida en muchos senderos espirituales, nos indica un buen camino a seguir en estos complejos momentos.   

 

La importancia de ser flexibles

 

Por último, tenemos la idea dela flexibilidad como referente. Una hermosa frase de Isabel Allende nos brinda una ventana hacia ella: “La tormenta arranca del suelo al fornido roble, pero no al bambú, porque este se dobla. No calcules mi fuerza, sino mis debilidades”. Y es que en esta hermosa metáfora del roble o el bambú, nos imaginamos, quizás nos idealizamos como el roble, alto, grueso, fuerte, imponente… y traemos esta idea que poder con todo porque no nos doblegamos ante nada; pero un vendaval puede sacar de cuajo a ese imponente roble de raíz, y dejarlo tendido en el suelo sin mayor esfuerzo. En cambio el junco, el bambú, él logra mantenerse en pie en ese mismo vendaval pues tiene la capacidad de doblarse, de ser flexible, a pesar de ser delgado, pequeño, aparentemente frágil. Esa flexibilidad, esa adaptación, es clave para vivir estos momentos tan difíciles que estamos enfrentando. Por último, quiero invitarlos a meditar, a comenzar a practicar la meditación como un ejercicio cotidiano. Así como reconocemos la utilidad de los ejercicios físicos para mantener en forma el cuerpo, de ese mismo modo necesitamos comenzar a reconocer la utilidad de la meditación como práctica para mantener sano nuestro cuerpo emocional, nuestra mente, nuestra alma. El mindfulness, o como también se le conoce, “conciencia plena”, nos ayuda a mantenernos centrados en el presente, cultivando nuestra atención en lo verdaderamente importante, y alejándonos de los pensamientos neuróticos del tipo “mi vida sería perfecta si tan solo (tuviera, ocurriera, sintiera, lograra, etc.)”, y aprendiendo a centrarnos en lo que ocurre en nuestra vida cada momento. Así que mi invitación es: comencemos a incorporar una sencilla práctica meditativa la cual no es muy compleja, nuestra vida diaria, y nos traerá una cantidad de beneficios importantes, sobre todo en la reducción del estrés y de la ansiedad.   

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