Crisis Crisis

En lugar de paralizarnos ante las crisis, debemos verlas como oportunidades de aprendizaje y crecimiento.

Cada vez que culmina un ciclo en nuestras vidas o estamos frente a situaciones complejas, como lo ha sido la pandemia del COVID-19, tenemos la oportunidad de tomarnos algunos momentos para reflexionar en profundidad en torno a nuestros verdaderos anhelos y proyectos y, de este modo, ir diseñando nuestros próximos pasos en medio de este escenario que vivimos. En mi trabajo como coach, solía dejar a mis pacientes una tarea muy personal: tomar un cuaderno o bloc de notas (reemplazado, eventualmente, en la actualidad por algún dispositivo móvil) y escribir en él un listado de diferentes cosas que deseaban ser, hacer y lograr en diferentes áreas; todo en la escala más sincera y, a la vez, elevada posible. Este ejercicio logra especial sentido cuando existe la conciencia de querer cambiar, cuando la vida se va sintiendo plana y estresante o cuando se llega a un punto en el que falta de norte y hay confusión por el camino que tomó nuestra vida. Con este primer acercamiento ya se logra un marco conceptual de deseos, que debe ser reforzado con acciones concretas, y con una disposición especial, la cual se alimenta con el conocimiento y puesta en acción de nuestras fortalezas.   

El primer paso para cambiar   

 

Independientemente de cuál sea nuestro momento actual y de todos los vaivenes y situaciones externas, dar un primer paso en esta materia es fundamental. Si bien es cierto que estas acciones pueden verse como extraordinariamente simplistas e incluso intrascendentes, darnos la oportunidad de atrevernos a cambiar y reinventarnos en alguna medida siempre es importante y constituye, ciertamente, un momento de conexión con nosotros mismos. Desde mi experiencia personal, es un proceso realmente lúdico y divertido, que nos comunica con ese momento, cuando éramos niños, en el que nada parecía imposible y en donde, viviendo el momento presente, abríamos los brazos a la vida plena con inocencia y alegría. Mi invitación, por tanto, es decidirnos a tomar simples pero poderosas acciones que, una vez que las tomamos, nos pueden apoyar como guía de cambio y mantención de un ancla permanente en nosotros:  

 

• Gratitud: A través de un simple ejercicio podemos darnos cuenta de nuestro inmenso poder interior y sentirnos merecedores de nuevas y mejores cosas para nuestra vida. Este ejercicio consiste en enumerar cien motivos por los cuales dar las gracias por absolutamente todo lo bueno que exista en nuestra vida. Es importante ser sumamente detallistas y dar las gracias por aquellas cosas que consideramos muy básicas y que, a menudo, solemos pasar por alto, como contar con techo, agua, ropa, voz, autonomía; hasta las cosas más trascendentes, como tener sueños, proyectos, o ganas de mejorar. Una vez anotados estos cien motivos por los cuales agradecer, los hemos de pulir y mantener en un lugar personal de modo de leerlo cada vez que comencemos nuestro día. El generar este hábito va llenando de mayor perspectiva nuestros días y nos brinda una actitud de gran apreciatividad (la capacidad de percibir lo valioso) por el momento presente, y por todas las cosas buenas que ya tenemos.  

 

• Claridad: La claridad es una consecuencia natural de la práctica de la gratitud. Nos sitúa en nuestra grandeza y nos brinda mayor perspectiva de nuestra vida y nuestras capacidades. Por medio de ella, podemos darnos cuenta con mayor sinceridad de aquello que realmente queremos y podemos lograr. Si en este punto hacemos un listado de nuestros deseos para el presente año, estos sin duda relucirán y estarán cargados de una energía sumamente revitalizante.  

 

• Acción: Pasar a la acción es decidirse y llevar a nuestra realidad actual lo que sabemos que tenemos que hacer, ya sea tomar acciones para mejorar nuestra autoestima; hacer correcciones para mejorar nuestra productividad en lo laboral o cerrar un ciclo para abrir uno completamente nuevo y positivo. Son solo algunos ejemplos de este pasar a la acción. Hay personas que gustan de los cambios radicales y otras que van paso a paso. Más allá de eso, lo importante es tomar conciencia de las implicancias de cada cambio y de los beneficios que nos traerán. Cuando nos reinventamos es como si multiplicáramos nuestro nivel de conocimiento y experiencia adquirida de la vida, y logramos una mayor perspectiva. Por otra parte, no se trata de renunciar a nuestro “antiguo ser” o perder nuestra personalidad, sino que a enriquecer nuestra experiencia y así volvernos seres humanos más completos. No es una pérdida, simplemente añadimos otra dimensión a nuestro antiguo ser, adquiriendo mayores conocimientos, experiencia, inteligencia y una nueva visión del mundo.  

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