Persona en una encrucijada Persona en una encrucijada

Pensar y actuar rápidamente en situaciones críticas puede ser la diferencia entre vivir o morir. Mire estas historias de gente que, lejos de paralizarse, actuó de manera radical para salvar su vida.

"Conduce o te mato”

A las 9:30 de la mañana de un frío día de marzo, una chica de 17 años fue raptada en su auto en Wildwood, Nueva Jersey, por una mujer con un arma en mano. La joven no esperaba el asalto, pero reconoció a la atacante.

Unas semanas antes, la chica había dado en adopción a su bebé recién nacido. La mujer que llevaba el arma, Floribert Nava, de 45 años, anhelaba quedarse con el niño, pero cuando se enteró de que una familia de Filadelfia lo había adoptado, se sintió destrozada. Al parecer, no quería resignarse.

Manejá o te mato a vos y a tu familia —le dijo a la joven.

Le exigió dirigirse a la casa donde estaba el bebé, del otro lado del río Delaware. Además de la pistola, llevaba cinta adhesiva, bolsas de basura y unos guantes de látex. No sé que piensa hacer esta mujer, pensó la chica, pero va a hacer algo violento.

Al cruzar el puente Ben Franklin para entrar a Pensilvania, la joven vio un patrullero estacionado a la orilla. ¿Podría llamar la atención del policía antes de que la raptora le disparara?

Decisión sagaz:

La adolescente lanzó su vehículo contra el patrullero.

Efecto:

¡Captó la atención del policía! Aprovechando que el impacto aturdió a la atacante, la chica bajó del auto y se puso a salvo. El policía detuvo a Nava por los delitos de rapto, robo de auto y uso ilícito de armas. Un juez sentenció a la mujer a 12 años de prisión.

Un experto opina:

Esta joven vio la oportunidad de escapar y la aprovechó”, señala Bob Cooke, ex agente del Departamento de Justicia de California. “Si uno decide correr un riesgo así, no debe dudar. Me han encañonado varias veces. Al principio uno se paraliza, pero apenas se recupera el aplomo, hay que tomar al agresor por sorpresa y liberarse”.

 

Varado a la orilla de un lago

Un día de mayo de 2010, cientos de residentes de las riberas del lago Wollaston, en el norte de Saskatchewan, Canadá, se quedaron a oscuras por casi 30 horas. En los bosques de esa región las temperaturas pueden bajar a niveles congelantes incluso en plena primavera, y esa semana había sido especialmente gélida. No había luz ni calefacción, y nadie sabía por qué... excepto una persona.

En una apartada orilla del lago, un solitario hombre tiritaba bajo un bote de remos volteado. Había logrado sobrevivir varios días allí, varado entre los témpanos de hielo y un bosque infranqueable. El hombre —un turista— había remado hasta ese sitio desde un río cercano, pero el mal tiempo lo había dejado atrapado. Tras varios días sin comer ni un lugar para refugiarse, empezaba a desesperarse. No podía esperar a que el hielo se derritiera, ni adentrarse sin rumbo en un bosque poblado de osos. No llevaba consigo un teléfono celular, y tampoco había manera de encender una fogata. Solo tenía el bote... y un hacha.

Decisión sagaz:

 El turista localizó el poste de luz más cercano y lo derribó a hachazos; después tiró abajo otros tres postes, con la esperanza de que eso bastara para dejar a oscuras al poblado más cercano. Así, la compañía eléctrica iría a investigar. Luego, regresó al bote a esperar.

 Efecto:

 En menos de 24 horas la compañía eléctrica local, SaskPower, envió un helicóptero a averiguar las causas del apagón. Los tripulantes encontraron al hombre varado, quien estaba esperando junto a los postes caídos con una enorme sonrisa.

 Un experto opina:

 Aunque SaskPower insta a la gente a no acercarse a los postes de luz, Bruce Zawalsky, del Instituto de Vida Silvestre de Canadá, se muestra sorprendido. “Improvisar le salvó la vida a ese hombre, y eso es bueno”, dice. “Esa región está casi desierta. Los cables eléctricos se extienden por encima de lagos y ríos infranqueables. Los árboles miden hasta 15 metros de altura. El turista bien pudo haber caminado muchas horas sin encontrar ayuda”.

 

Tiritando de frío en las montañas

A los niños les habían prometido una aventura en la nieve, pero en aquel momento, apretujados junto a sus padres dentro de un jeep volcado y con una temperatura exterior de 6 ºC bajo cero, lo único que deseaban era salvar la vida.

Corría diciembre de 2013 y James Glanton y su pareja, Christina McIntee, habían organizado una excursión de fin de semana en las montañas Seven Troughs, en Nevada, con sus dos hijos y dos sobrinos de Christina, todos de entre 3 y 10 años. El auto de la familia, un Jeep Wrangler plateado, transitaba libremente por un camino de tierra. Mientras recorrían un tramo de bajada a buena velocidad, un neumático golpeó contra un reborde congelado del terreno. En unos instantes de terror, el vehículo derrapó, se apartó del camino, volcó y se deslizó ladera abajo hasta el fondo de un barranco cubierto de nieve.

Aunque por suerte ninguno de los pasajeros resultó herido, quedaron varados en un lugar inhóspito y aislado del mundo. Ya era casi de noche y la temperatura seguía bajando. Muy pronto, el interior del jeep empezaría a enfriarse y los abrigos no serían de mucha ayuda. Para sobrevivir, los viajeros tendrían que recurrir a su creatividad... cuanto antes.

Decisión sagaz:

Construyeron un radiador improvisado. James y Christina llevaban fósforos e hicieron una fogata con matojos y ramas secas; calentaron algunas piedras y las metieron en el neumático de repuesto, el cual dejaron dentro del vehículo para mantener tibios a los niños durante
la noche. Luego se apretujaron en espera de que llegara ayuda.

Efecto:

Sobrevivieron las 48 horas que tardó en rescatarlos una brigada de búsqueda. Pese al intenso frío, ninguno sufrió lesiones graves ni hipotermia.

Un experto opina:

Que permanecieran en el auto fue fundamental”, comentó Joseph Teti, experto en supervivencia. A diferencia de lo que sucedió con esta familia, cuando una pareja canadiense se extravió en las montañas de Nevada en 2011, el esposo se alejó de su camioneta varada para buscar ayuda y murió (la mujer fue hallada con vida en el auto 49 días después). Calentar piedras para mantenerse tibios fue otra “buena idea”, señaló el doctor Zach Sturges, del Instituto de Preparación contra Desastres en las Montañas de Salt Lake City, en Utah. “Las piedras constituyen una excelente masa térmica si uno encuentra la manera de hacer una fogata para calentarlas”, afirma.

 

Maltratada y asustada

Marcar el número de emergencias para pedir una pizza no parece un acto sensato, pero para una mujer que hizo eso probablemente significó salvar la vida. Como no podía pedir ayuda a la policía porque su violento novio se encontraba en el mismo cuarto, hizo la siguiente llamada al número de emergencias:

Quiero encargar una pizza a domicilio —dijo la mujer.

Señora, está llamando al número de emergencias —repuso el operador.

Sí, lo sé. ¿Me puede mandar una pizza grande, la mitad de pepperoni y la mitad vegetariana?

Escuche bien: llamó al número de emergencias, ¿es cierto?

Sí. ¿Cuánto va a tardar?

Señora, ¿está pasando algo allí? ¿Hay alguna emergencia?

Ajá.

¿Y no puede hablar porque hay alguien en el cuarto con usted?

Sí, es correcto. ¿Sabe cuánto tiempo va a tardar?

Hay un agente a kilómetro y medio de su ubicación. Dígame, ¿tienen armas en su casa?

No, nada de eso.

¿Puede permanecer al teléfono?

No, hasta luego, gracias.

Efecto:

Al cabo de unos minutos, un policía llegó a la casa de la mujer y arrestó al novio violento, el cual estaba ebrio. Poco después el operador contó lo ocurrido en Reddit.com. El caso se volvió viral, e incluso inspiró la producción de un comercial para la campaña No More en contra de la violencia doméstica.

Una experta opina:

"Las mujeres somos expertas en todo lo referente a nuestra vida”, dice Maureen Curtis, de Safe Horizons, una agencia de servicios para víctimas. “Esa mujer sabía que llamar a la policía abiertamente podía poner más violento a su novio o resultar letal. Es un ejemplo de cómo las víctimas de maltrato pueden usar su creatividad para pedir ayuda. Por ejemplo, hemos trabajado con mujeres en relaciones violentas que inventan señales secretas y las comunican a sus hijos o sus vecinos”.

 

Acorralada por un puma hambriento

Un día de agosto de 2014, la artista Kyra Kopestonsky salió a pasear por un parque natural cercano a su casa, en Placerville, Colorado. Como otras veces, decidió desviarse del sendero principal. Jamás se había topado con un puma en sus paseos, pero eso estaba a punto de cambiar...

De repente oyó que una vara crujía a sus espaldas. “Me di vuelta y entonces lo vi: un puma, a cinco metros de mí”, contó posteriormente a un noticiero. Sabía que no era sensato correr ni hacer movimientos bruscos, así que empezó a retroceder despacio. El felino avanzó un poco más.

 Kyra se detuvo, y el animal se agachó. La artista recogió una rama para parecer un depredador de mayor tamaño; el puma no se inmutó. Pasaron 20 minutos y, por más maniobras que Kyra intentara, el felino seguía avanzando. De pronto se abalanzó hasta quedar a dos metros de ella. Se disponía a atacarla. Kyra no sabía si lograría retroceder hasta el sendero principal y encontrar ayuda antes de que el puma se arrojara sobre ella. Cuando la adrenalina inundó su cuerpo, decidió intentar algo más radical.

 Decisión sagaz:

La artista se puso a cantar ópera a todo pulmón.

Efecto:

El puma retrocedió. “Bajó las orejas, mantuvo la mirada fija en mí y luego, sencillamente, se fue”, contó Kyra. Entonces llamó por teléfono a una amiga, quien dio aviso a las autoridades. Poco después de que el felino huyó, Kyra regresó al sendero principal, donde ya la esperaban varios guardabosques.

Una experta opina:

 “Existe una regla general en el reino animal: las presas huyen”, dice Amy Rodrigues, bióloga residente de la Mountain Lion Foundation. “Al adoptar una postura firme y hacer ruidos fuertes, Kyra le demostró al puma que era una persona y no su almuerzo”.

 

 

 

 

 

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